Las canciones que componen "Principio motriz: el deseo", el primer disco de la banda de rock Marte Diem, tienen un punto en común: narrar cómo los deseos más primitivos y viscerales son el motor último de nuestras decisiones y emociones.
El amor, la infidelidad, los celos, la soledad, el sexo, la rabia, la ansiedad o algunos momentos de fugaz ira asesina cuando vas en metro; letras con garra acompañadas de guitarras potentes y toques de psicodelia que hacen de este disco una obra única.
Los deseos no sólo conducen nuestra vida cotidiana sino que la hacen brillar; son esos mismos deseos ocultos los que crean momentos de verdadera magia, oculta a plena vista a nuestro alrededor. Ese concepto de "magia cotidiana" es el núcleo del diseño alrededor del cual gira toda la imaginería: coincidencias milagrosas, conexiones unviersales y folclore de barrio; el tarot y el mus, unido a símbolos alienígenas, representan todo lo raro que convive con nosotros (visible o no); y que es, de algún modo, mágico.
